Y tu te quedas como dividida por que te das cuentas de que ni todas las caricias del mundo se comparan con una simple mirada. Y quieres esas miradas, con todo lo que conllevan, sabiendo que son dinamita y que el reloj siempre te gana. Así que estas dividida entre lo que te gustaría, entre lo que conlleva y entre lo que realmente podrías tener. Porque lo fácil sería olvidar la sensación en el estómago, la sonrisa tonta y las ganas de gritar todo el tiempo. Porque pensarlo con protagonistas distintos no te gusta, no te imaginas esa sensación con alguien más. Y te equivocas, pues claro que sí. Y estas como dividida entre la persona que eras, la que eres y la que quieres ser. Porque se acabó ser la chica dulce e inocente, se acabó sonrojarse por una mirada, se acabó tener incontinencia sentimental. Y es que ahora tu mandas y nunca más vas a llorar por alguien, ni dedicarle miradas indedicables viniendo de ti. Pero siempre habrá alguien al que le mirarías así un millón de veces más, o no. Porque aunque todavía no hayas encontrado nada que se le compare sabes de sobra que tampoco lo has buscado, que sigues siendo impulsiva peor de una manera distinta. Y entonces te quedas dividida entre lo que quieres y lo que sabes que no puedes tener.
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