-Cuéntanos tu día más especial.-La periodista no dejaba de sonreirme e indagar en mi vida. Y de pronto una pregunta simple, clara y, a diferencia de las otras, importante.
-El día en que la conocí.-Me miró curiosa y me hizo un gesto para que dijese algo más. Y esta vez no me callé.-Era invierno, enero. Yo me había escapado a medias esa mañana, y todavía no había vuelto al mundo. Estaba caminando para ir a una reunión cuando, empezó a soplar algo de viento. Unas hojas de papel se me posaron sobre los piés. Depronto una chica que los perseguía se tropezo con migo. La miré a los ojos y los tenía llorosos. Se los di y dandome las gracias se giró. Me quedé desconcertado y algo se me movio dentro. La seguí y le pregunté quién la hacía llorar. Nos pasamos la tarde hablando. Yo mentiroso, y ella también. Yo cautivado y ella con el corazón roto. Y en el momento del adiós cuando pensé que ella simplemente se iría, nos descubrió. Los dos sin mentiras.
-¿Qué pasó después? ¿La volviste a ver?
-Sí.-No pude evitar mirar por la ventana. Hacía viento, empezaba tímidamente el otoño.
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