Ya no tengo pesadillas, ya no te tengo miedo, ya no contengo la respiración. Ya no importas, ya no vales, ya no sirves, ya no te conozco. Y sin conocerte ya no dueles, porque lo desconocido es irreconocible por nuestro corazón. Ya no hay frases ni lugares prohibidos, ni sonrisas encubridoras. Ya no tengo pesadillas porque ya no tengo sueños, porque te guardé en el archivo de las decepciones y tienes prohibido salir de ahí.
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