El miedo es algo muy común con lo que convivimos a diario. El miedo es el tema al que recurrimos con más frecuencia. Pero a veces nos da miedo reconocer lo que pasa, que lo único que tenemos es miedo. Miedo de que no nos quieran, de que nos quieran, de querer. Miedo de que nos hagan daño, de hacer daño. A veces el miedo aparece en las situaciones más pequeñas. A mí me da miedo hablar con determinadas personas porque se que si quisieran los dejaría convencerme. Pero por otro lado me da miedo que ya no me quieran convencer. Es raro lo sé, pero yo soy así. Por una parte temo que me convenzan, por otra que no me quieran convencer y por otro lado me niego a que me importen. Yo siempre fui tripolar, nada de bipolaridades de sí o no, prefiero la batalla constante de "sí, no... Bueno no sé". Esa soy yo, la eterna indecisa. Dicen que cuando un indeciso elige un camino es para siempre ¿Cuando voy a elegir yo el mio? ¿Cuando voy a dejar de tener miedo? Supongo que el miedo no se olvida, no se borra sólo se supera. El miedo es otra cosa de esas que se suma a la lista de cosas que superar. Superar para avanzar y avanzar para ser feliz. Ahora bien, lo que yo necesito es un empujón para avanzar.
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