Querernos se nos daba fatal pero ¿y odiarnos? eso era lo nuestro. Amarnos odiándonos, eso si que se nos daba bien. Nadie nos entendía, bueno, en realidad tampoco nosotros. Yo creo que ahí estaba lo bonito de nuestro amor, que era distinto, poco convencional, como tiene que ser un amor. Y lo felices que éramos cuando nos rendíamos ante el otro y lo reconocíamos, reconocíamos que pese a todo eramos el uno para el otro lo único bonito de este mundo, nadie era tan feliz. Odiábamos todo hasta que lo comprendimos: éramos distintos a todos y completamente iguales, eso fue lo que lo arruinó todo. Ahora puedo decirte con seguridad que fuiste lo mejor y que fuimos lo peor.
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