Yo soy imparcial sobre el silencio. Su ausencia me ahoga, su presencia excesiva me aterra. Yo no soy una solitaria, si no una claustrofóbica. Me ahogo entre palabras, gritos, murmullos, dimes y diretes, que llenan mi silencio. Lo ocupan sin dejar un pequeño espacio para mis silencios. Silencios que necesito para escuchar mis pensamientos, que gritan en silencio. A mí el silencio me libera, a mí el silencio me ahoga cuando no es un buen silencio.
Entre las clases de silencio hay uno, en particular, que me cubre con su presencia. Presencia amarga que de todo lo bueno carece y que, hace que mi silencio ya no sea un simple silencio.
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