Una maleta abierta, se va llenando poco a poco. Dos espectadoras de este hecho. Ella que no escucha ni mira sólo llena su maleta con una vida. Otra dejó de hablar por una vez para obsevar. Sin palabras ni lágrimas. Nada más que una maleta lista para viajar. Para mudarse. Último objeto que finaliza la maleta. Y sin mirara atrás, ni a su espectadora, baja las escaleras veloz. Arranca el coche y conduce hacia un destino casi fijo.
Llega, baja su pesada maleta. No encuentra las llaves. Llama al timbre. Abren con una sonrisa. Y ella lo imita. La ayuda con la maleta. Ella le relata su partida. Él pone todos sus sentidos en la historia. Se abre un puerta. Sale un chico. Ella sonríe, se lanza sobre él. Palabras cómplices, miradas dulces, otro espectador. La mira, los mira. Una idea surca su mente. La aparta. Y sin decir nada, como de costumbre observa. Su silencio dice, grita, confiesa mucho más de lo que nadie sabe. Confiesa tanto que lo vacía ante ella, ante ellos. Ellos, ilusos de su secreto.
Una madre decidió más de la cuenta. Una hija decidió ser feliz. Un novio no decidió. Un hermano decidió darse cuenta. Una chica decidió que ya era hora de decidir y así empezó.
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