Un día de esos...

-Pero... ¿Y tú aquí?- Cata abrió la puerta en pijama, medio dormida.
-Buenos días- Dije besándola. Pasé mientras ella cerraba y me senté en uno de los estrambóticos taburetes de aquel extraño piso. Miré como llenaba un vaso de agua mientras se frotaba la cara para desperezarse un poco. Me recordó a una niña. Me miró otra vez, un poco más despierta y me sonrió de nuevo.
-Buenas noches- Dijo ella mientras miraba el reloj de la cocina. Supe entonces que no debían ser más de las nueve de la mañana. Vino hacia mí y tirando de mi mano me llevó al sofá me senté y automáticamente me ajusté a ella para que se pudiera poner cómoda. Se acurrucó abrazada a mí y volvió a la carga- Bueno, tengo curiosisad, ¿Que haces aquí? Deberías estar de camino a Madrid... -Su voz se fue apagando. Supe entonces que no iba a aguantar despierta mucho más. Y supe también que se había pasado la noche despierta con sus amigas.

Pero antes de contestar me vino un recuerdo. Uno de los muchos que ya tenía con Cata. Casi primavera. Yo estaba vacío. Ella ya no estaba para mí. Cata se había ido. Lo nuestro estaba roto. Pero yo no podía qedarme así, no podía dejar pasar las cosas. Tenía que verla. Tenía que hacer algo. Ni lo pensé. Me planté en la puerta de su piso. El  portal estaba abierto. Cata habría dicho que era una señal y yo le habría preguntado si eso era bueno o malo. Subí las escaleras y me topé con unos cuantos chicos. Se notaba que eran apartamentos de estudiantes. Seguí subiendo hasta llegar al tercero. Como de costumbre el ascensor estaba averiado. Llegé hastas la puerta del tercero B, llamé al timbre.
-¿Pero que coño estoy haciendo?-Susurré. Me iba a ir cuando se abrió la puerta y la vi. Abrió la puerta con una sonrisa.
-No tar... -Y entonces me miró y abrió desmesuradamente sus ojos. Yo no sabía que decir. La miré bien. Estaba guapa como siempre. Sus rizos estaban sueltos y un tanto despeinados, pero se veían perfectos. Se me escapó una breve sonrisa al reparar en la camiseta que llevaba. Era mía, bueno o lo había sido. Volví a mirarla a los ojos, sonreía dulcemente pero en sus ojos podía ver una sombra de duda- Hola ¿Y tú aquí?
-Yo... Mmm... -No tenia nada para decirle ¿Que le iba a decir? Realmente no tenía nada que decirle.
-¿Quieres pasar?- Dijo mientras se pasaba una mano por sus rizos. Vi en su mano una mancha rosa, supe entonces que estaba estudiando. No dije nada y entré. Me condujo hasta la estranbótica cocina. Yo había sido muy elocuente en mis anteriores palabras así que intenté pensar con claridad-Bueno...
-Bueno... - Mis ojos revoloteron por el piso y se encontraron con algo que no esperaba. Recordé que cuando abrió la puerta esperaba ver a otra persona-Esperabas a alguien -No se lo estaba preguntando. Le indiqué con la mirada la chaqueta que estaba sobre el sofá. Me levanté y me moví hacia la puerta.
-Sí, bueno algo así- No sonreía. No mostraba ira, ni enfadao, ni nada- Supongo que hay alguien, pero no es ese tipo de alguien- Cata tenía una máscara en su cara que me impedía ver lo que sentía. Yo me serené.
-Creo que no tendría que haber venido, lo siento- Dije mientras caminaba hacia la puerta. Ella me detuvo cogiendo suavemente mi mano. Me giré y mire sus ojos limpios y claros llenos de todo lo que ambos sabíamos.
-Creo que aún me tienes que decir algo- Hizo una pausa- ¿Que haces aquí?- Todavía agarraba mi mano. No había palabras para decir lo que quería. Pero aún así las encontré.
-Supongo que venía a secuestrarte- Dije dejando caer mis hombros. Ella sonrió se puso de puntillas y antes de besarme habló.
-Pensé que tardarías menos en secuestrarme.

Con una sonrisa volví al presente. Cata se removió en mi abrazo y con los ojos cerrados frunciendo el ceño volvió a preguntarme.
-¿Que haces aquí?
-Necesitaba que me secuestrasen- Cata sonrió y se durmió.