-Laia, joder ¡Sal del baño!- Grito Diego, mientras aporreaba la puerta- ¡Nosotros también tenemos que usarlo!- Eran las ocho de la mañana del primer día de clase de Laia y Dani y por casualidades del destino coincidía en un viernes. Pero también eran las ocho de la mañana de un día normal de trabajo para Diego.
-No es culpa mía que no hayas arreglado los otros baños aún. Yo necesito un baño sólo para mí- Concluyó Laia, con calma desde el interior del baño, mientras terminaba de maquillarse. Veinte minutos depués Laia salió del baño y Dani entró como un rayo, adelantandose a Diego.
Laia entró en su habitación y cerró la puerta tras ella. No lo hizo para molestar a Diego, no lo hizo para aislarlo. Lo hizo como acto reflejo. Esa tendría que haber sido una típica mañana de primer día de clase con su madre despertandola, desayunando juntos y peleandose por ir sola a clase. Pero en vez de eso se estaba preparándo para ir a un colegio nuevo en una ciudad que no era la suya y aguantando a Diego y Dani metiéndole prisa en el baño. Se vistió rápido para poder desayunar sola y tranquila. Cuando bajó las escaleras se encontró con un desayuno un tanto improvisado y su taza preferida. Sonrió, Diego lo intentaba. Escuchó como se habría la puerta de la entrada. No se giró para ver quién era. Llenó su taza de leche y caminó inspeccionando la cocina mientras se la tomaba.
-Trencitas- Bruno.
-Vienes a llevarme a clase ¿no?
-No, vengo a llevarme a tu hermano. Pero me parece que no está listo-Al fin se giró. Sonrió a Bruno.
-Creo que se debe estar peleando por el baño con Dani- Lo repasó con la mirada. Escuchó como Diego y Dani bajaban las escaleras discutiendo por algo a lo que no prestó mucha atención.
-No sabía que ya habías llegado- Dijo Diego mirando a Bruno después miró a Laia y con cautela anunció- Mañana van a venir algunos amigos a cenar-Siguió mirandola, parecía que esperara que dijera algo.
-¿Y yo tengo que estar?-Dani la miró con sus inocentes ojos marrones pero después volvió a sus cereales- Vale, da igual no tengo nada mejor que hacer.
El camino al colegio no fue en silencio, Dani y Diego parloteaban sin parar mientras Laia miraba distraida por la ventana, Bruno hacía lo mismo y de vez en cuando la miraba de reojo. Se despidieron con un hasta luego y Diego prometió que no llegaría tarde a buscarlos. Entraron con calma y Dani pronto la dejo sola al encontrar a un amigo con el que había estado jugando estas últimas semanas. Ella siguió caminando buscando su primera clase pero alguien la llamó.
-¡Gallega!- Se giró y re rió al ver que era Carlitos su amigo de cuando pasaba veranos ahí. Él corrió hacia ella y la saludó con una sonrisa enorme- Me habían dicho que ibas a venir a este colegio pero no pensé que fuera cierto.
-Pues ya ves, aquí estoy, un poco perdida- En cuanto lo dijo él le arrebató su horario de las manos y comenzó a inspeccionarlo.
-Estas en mi clase- Dijo con una sonrisa- Venga te acompaño.
-¡Carlos!- Lo llamó un chico sentado en un banco.
-Ahora vengo, no te muevas- Laia asintió y vio bien a Carlos. Ya no era su amigo Carlitos, aquel niño de pecas que siempre iba con ella a todas partes y que no se separaba de su capa roja de superhéroe, ahora era Carlos, el que parecía ser un tío bueno en ese colegio. Al rederor de su casi metro ochenta se habían arremolinado varias chicas que lo miraban desde su pelo rubio, pasando por sus ojos grises y terminando con su cuerpo bien moldeado. Él se deshizo de su amigo y de las chicas que lo rodeaban, para volver rápido junto a Laia- Bueno, vamos.
-Uff, me parece que ya hice amigas- Dijo Laia riéndose y mirando hacia las chicas que observaban a Carlos.
-Bah... Son unas locas- Y diciendo eso y soltando una carcajada la dirijió a su clase. Carlos le pregunto por sus hermanos, por las obtativas que había elegido y cosas triviales, nada serio. Ella le contestó con mucha más amabilidad y más palabras de las que le había dicho a Diego cuando le había preguntado lo mismo. Al entrar en la clase Carlos notó como Laia dudaba si entrar o no. No seas tonta, Laia- Y diciendo eso la cogió del brazo y la arrastró hacia un par de asientos libres.
-Gracias- Dijo ella sonriendole. Tras ellos quedaban dos asientos libres que pronto ocuparon dos chiscos y delante se sentó otro chico. Carlos se los presentó, ella olvidó los nombres al momento. Cuando la profesora estaba cerrando la puerta una chica entró como un huracán.
-Pero Miriam, si es el primer día- Dijo la profesora riendose.
-Ya, profe, pero tenía que echar un vistazo a... ¿Gallega? ¡Gallega!- Todos se giraron hacia mí, todos los que no me habían visto antes paseando por el pasillo con Carlos me obsevaban. Miriam vino hacia mí y me espachurro en un abrazo- Joder, podías avisar ¿no?
-Ejem. Miriam, ¿te importa si empezamos?- Dijo la profesora. Miriam hizo un gesto con la mano y se volvió a mí, ocupando el asiento libre que había delante de nosotros.
-Dios, no me lo creo. Bueno, es decir, me habían dicho que ibas a venir pero no pensé que a aquí.
-Eso le dije yo.
-Tenemos que hacer algo para celebrar que estás aquí- Todos, es decir Carlos, Miriam, el chico sentado junto a Miriam y los dos chicos sentados tras nosotros, empezaron a hablar y a proponer que hacer.
Las clases se le pasaron volando. Sus nuevos amigos no la habían dejado un rato para pensar. Cuando sonó el timbre se sentaron en las escaleras de la entrada mientras Laia esperaba a que Dani saliera y a que Diego llegara. Dani fue el primero en aparecer y en contarle a Laia todo lo que había hecho ese día, después empezó a hablar con Carlos y otro chico sobre baloncesto.
-Laia, te he echado de menos- Dijo Miriam. Laia le sonrió.
-Yo también.
-¡Bruno!- Dijo Dani.
-Bruno...- Dijo Laia.
-¿Bruno?- Dijeron Miriam y Carlos con distinto tono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario